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  • rassendyl

LIBRO DE LA SEMANA: "ANA DE LAS TEJAS VERDES"

Actualizado: 28 feb 2021

Voy a inaugurar el blog de lectura del Cepa de Aranda con este libro. Lo leí hace varios años y hay muchas cosas que no recuerdo. No obstante, no es siempre necesario escribir sobre un libro que te acabes de leer y esté fresco en tu memoria o sobre un libro que recuerdes al dedillo. Considero que también se puede hablar de un libro del que tengas buenos recuerdos y recuerdes vagamente que te produjo buena impresión.


Este libro cuenta las peripecias de una chica pelirroja y parlanchina que es adoptada por un matrimonio mayor. La historia se desarrolla en un entorno muy bonito: la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá. Por cierto... ¿qué es eso de las "Tejas Verdes"? Es el nombre de la casa donde vive Ana con sus padres adoptivos.


En mi recuerdo, lo que funcionaba muy bien en este libro era el personaje de Ana, que parecía de carne y hueso y te recordaba a alguna gente que habías conocido. Además, era idílico el entorno de la historia en ese paraje de isla canadiense y resultaba entrañable también la relación de Ana con sus padres adoptivos.


Recuerdo que una vez, hablando de ese libro con una amiga mía, esta me dijo que ese libro le encantó, que además todos los pensamientos que el personaje de Ana tenía, recordaba haberlos tenido ella también a su edad, lo cual indica que el personaje de la niña es bastante creíble como niña y se aleja de otros personajes de niña con pensamientos de adulto que resultan poco convincentes.


Leyendo el libro, uno se encuentra frases como esta: "el viento ululaba entre las ramas de los árboles, y ya se sabe que en el mundo no hay música más dulce que la del viento sonando en las copas de los pinos al atardecer".


O también conversaciones típicas de Ana como esta:


-Marilla, ¿No es hermoso pensar que mañana es un nuevo día, todavía sin errores?

- Te puedo garantizar que cometerás bastantes, -respondió Marilla- Nunca pareces terminar, Ana.

- Sí, y bien que lo sé -admitió tristemente la niña. Pero no sé si habrá notado una cosa buena en mí: nunca cometo dos veces el mismo error.

- No sé de qué te sirve, si siempre descubres errores nuevos.

- ¿Pero no lo ve, Marilla? Debe haber un límite en los errores que puede hacer una persona y cuando llegue al final, habré acabado con ellos. Es un pensamiento muy reconfortante.




Como curiosidad, en Japón existe una réplica exacta de la casa de Tejas Verdes en Japón.

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