Sección cómic: "Tintín y los pícaros"

No sé qué tiene Tintín, que lees otros cómics siendo adulto y parecen estáticos, pero leyendo una aventura suya parece que te metes en una película. Eso me pasa sobre todo con esta aventura suya "Tintín y los pícaros", la última que publicó su autor y que he leído varias veces.

Por si nunca has leído un tebeo de Tintín, te advierto de que, por lo que he visto, se es tintinófilo (como Spielberg, Pérez-Reverte o yo mismo) o no se es. También es cierto que hay bastante diferencia entre los primeros volúmenes de Tintín y los últimos. Las aventuras como "Tintín en el Congo" son mucho más simplistas que lo que vendrá después. En mi opinión, Tintín ganó mucho cuando apareció Haddock. El contraste Tintín-Haddock es preferible a la presencia única de Tintín. Como dice alguna gente: Tintín es irritantemente perfecto. Haddock, en cambio, tiene varios defectos: mal humor, adicción al alcohol, imprudencia, que lo hacen más entrañable.

La historia de este volumen es la siguiente: Tintín, Haddock y Tornasol son acusados por un dictador sudamericano de haber tramado un complot contra él. Tras las indignadas declaraciones del capitán Haddock, se les invita a que viajen a Tapiocapolis a aclarar las cosas. En realidad es una trampa: son engañados. Todo ha sido urdido por el coronel Sponz, un antiguo enemigo de Tintín y Haddock, que planea deshacerse de ellos durante una visita a unas pirámides del país.

Como de costumbre, los personajes, aunque con trazos sencillos, son muy expresivos, los diálogos resultan graciosos: el capitán Haddock con su retahíla de insultos, Tornasol con su sordera y despiste, el general Alcázar, con su brusquedad y la Castafiore, con su entusiasmo italiano al ver a Haddock.